A. es la casi directora de producción de una película que algún día se grabará en la costa de Málaga, mientras que R. presiente que pronto despegará con un proyecto muy personal como cantante profesional. C. está a punto de mandar a la mierda su trabajo en la oficina y probar suerte como batería en un grupo de música. La otra C., en cambio, está pensando en actualizar su currículo porque quizá se reúna con alguien importante del sector editorial para tomar un café. E., por su parte, está escribiendo este texto con la ilusión de empezar a formar parte de un proyecto que le motiva y que le haga continuar por el camino que se le presenta una y otra vez.
Las iniciales anteriores pertenecen a nombres de mujeres que se encuentran en la antesala de lo que algún día serán y harán, lo cual determinará lo que hagan y sean más adelante, que podrá ser algo parecido o completamente diferente. A estas mujeres las conozco, así como sus miedos y sus anhelos, pero hay muchas, ¡muchísimas más!, que también son y hacen. Algunas de ellas trabajan en cosas creativas y tendrán un espacio en Habitación propia, donde mostrarán sus ideas y sus resultados; otras son, que no es mal ni insignificante asunto al que dedicarse. Y es que las mujeres que hacen cosas están por todas partes, y eso se debe al simple hecho de que las mujeres hacen cosas.
Sin embargo, estas mujeres también tienen el derecho de dejar de hacerlas. Pueden, por ejemplo, levantarse una mañana, hacerse un café y quedarse ensimismadas mirando por la ventana para considerar, cuando vuelvan en sí, que es el momento de tomarse otro. Pueden perder el tiempo. Pueden dedicarlo a estar consigo mismas. O pueden reunirse con otras mujeres que también hacen cosas, pero no hablar de las cosas que hacen. Pueden incluso pararse en seco y decidir que quieren descansar, reflexionar o celebrar lo que ya han conseguido. Porque lo importante de las mujeres que hacen cosas no es solo lo que hacen, sino cómo se sienten cuando las hacen y con quiénes las comparten.
Las mujeres que hacen cosas pueden hacerlas o no. Pero, ante todo, pueden decidirlo. A. puede intuir que su futuro profesional no acaba aquí porque los rodajes le absorben demasiado tiempo, y R., que no está preparada para mostrar todo su potencial; mientras tanto, las C. pueden ir con pies de plomo ante cualquier cambio que haga tambalear una estabilidad merecida. Estas y otras iniciales de nombres de mujeres pueden hacer lo que les plazca, por el simple hecho de que las mujeres pueden decidir hacer lo que les plazca.